miércoles, 2 de junio de 2010

Viejo pecado: LA ENVIDIA Nuevo pecado SER ESCLAVA DE LA IMAGEN



















Viejo pecado: LA ENVIDIA
Nuevo pecado: SER ESCLAVA DE LA IMAGEN

Nunca nos sentimos satisfechas. Queremos ser rubias como nórdicas y tener la piel eternamente morena como las mulatas, así que nos teñimos el pelo religiosamente y vivimos metidas en una cama solar. Sacamos la nariz larga del tío, las caderas anchas de mamá... y heredamos el pecho plano de papá, ¡y todo eso merece una visita al quirófano! Si tenemos rulos, somos capaces de intoxicarnos con formol o pasarnos una hora a puro brushing y planchita para contradecir a la naturaleza. Y cuando aparecen las primeras arrugas o el poceado de la celulitis somos capaces de vender el alma al diablo (fuera de broma) para librarnos de tantos males. Es desgastante vivir con un espejo delante y con la foto de modelos pegada en la heladera para recordarte cuál es el ideal de belleza que querés alcanzar. “Hay chicas que se ponen metas tan imposibles, que se frustran y viven disconformes. Algunas por querer parecerse a esa imagen se someten a cuanta cirugía, dieta, gym y rutina estética se haya inventado”,

Admitámoslo: creemos que si somos lindas nos van a querer más, ¿o no? “La cuestión externa es un bastón para la inseguridad. La mirada de los otros es la que determina quiénes son esas personas que quieren gustar a cualquier costo”, Por eso nunca se conforman, porque las opiniones y los ideales de belleza cambian... y con ellos ¡los complejos!



la tocaya, Dina.


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