Los orígenes del eneagrama se remontan a más de dos milenios atrás. Se cree que el eneagrama se originó en Afganistán; quizás en los primeros años de la influencia cristiana en Persia y luego se infiltró en los círculos musulmanes después de que esta religión invadiese Asia Central y el Subcontinente de India.
Fue en la primera mitad del siglo XX que George Gurdjieff (1877-1949) lo introdujo en Europa y lo utilizó en su escuela del Cuarto Camino, tras haber recibido sus “secretos” de la orden sufí naqsbandi y otras escuelas tradicionales de conocimiento esotérico en Oriente.
Posteriormente, en los años 70, el boliviano Oscar Ichazo (fundador del Instituto Arica, estudioso del yoga y zen) y un psiquiatra discípulo suyo de origen chileno, Claudio Naranjo, aplican el eneagrama al estudio de la personalidad o psicología del carácter, y establecen las nueve tipologías básicas, asociadas cada una de ellas a una pasión determinada que, en la mayoría de los casos, degenera en una neurosis particular. Esta neurosis es la que nos aleja de nuestra esencia y por ello mismo de los demás, generando conflictos y tensiones en nuestras relaciones, que se repiten continuamente.
Con posterioridad, diferentes autores han continuado estudiando y desarrollando su aplicación, tales como Don Richard Risso, Helen Palmer, Richard Rohr, A.H.Almas o Eric Salmon, entre otros.